Ya
sabes que no tengo mucha suerte con las fiestas.
El otro día me peleé con Carla en una de ellas. Pero para
esos momentos yo tengo una receta especial: LA SOPA DE LA RECONCILIACIÓN
de Isabel Allende (Allende,
Isabel: Afrodita: Cuentos, Recetas y otros Afrodisíacos. 1998).
Lee la receta y a continuación imagínate que se la pasas a
una amiga o a un amigo. Ahora los verbos los empleas en
IMPERATIVO (tú) . No
te olvides
de colocar los acentos donde haga falta. Pero
antes de dictar la receta a un amigo, pruébala
tú y verás que es un éxito.
Preparación:
Si no
encuentro callampas
frescas y debo recurrir a las secas, las remojo en media taza de un buen
vino tinto hasta que se esponjen alegremente, mientras me bebo el resto
del vino con toda calma. Luego pico el ajo por el puro gusto de olerme
los dedos, porque igual podría usarlo entero, y lo frío
junto a las callampas y champiñones en el aceite de oliva, revolviendo
con fervor por unos cuantos minutos, no los he contado, pero digamos cinco.
Agrego el caldo, el oporto y el aceite de oliva trufado, no todo, dejo
un par de gotas para ponerme detrás de las orejas, no olvidemos
que es afrodisíaco. Aliño con sal y pimienta, y cocino a
fuego suave con la olla tapada hasta que las callampas se ablanden y la
casa huela a paraíso.
Al final lo trituro en la licuadora; esto es lo
menos poético del cocinamiento, pero inevitable. Debe quedar con
una textura algo gruesa, como de lodo, con un perfume que hace salivar
y llama a otras secreciones del cuerpo y del alma. Me coloco mi mejor
vestido, me pinto las uñas de rojo y sirvo la sopa decorada con
crema agria en platos calientes.
|